Amaneció un espléndido día, la misa era por la mañana y después íbamos a comer. Esta vez nos sentamos en el primer banco pues sabia que no iba a tener que salir porque no iba a emocionarme demasiado y aunque hubo momentos emotivos, y alguna punzada de envidia por lo que significaba ese momento en la vida de mi sobrina y que no he podido vivir con Mini Yo; lo cierto es que lo viví con mucha alegría. Al terminar la misa, a la salida de la iglesia, todo el mundo le dijo a Mini Yo lo guapa que estaba con su vestido y sus manoletinas, que nos podéis imaginar la ilusión que le hizo.
Cuando llegamos al restaurante (un bonito chalet familiar reconvertido), que se llama Deluz nos hicimos fotos en el jardín y Mini Yo quiso hacerse algunas conmigo porque decía que yo también estaba muy guapa. lo cual es muy raro en ella: tanto que yo esté guapa como que quiera hacerse fotos conmigo. Después de la comida los niños tenían unos monitores para organizarles juegos, mi hermana había dicho que Mini Yo era especial y le dijeron que habría un monitor especializado. Cuando el monitor vino a buscar a nuestros niños, la sorpresa de Mini Yo fue enorme ya que el monitor era Javi al que conocía de varios cumpleaños de sus compañeros del colegio; así que al vernos, me dijo que no me preocupase por ella y que disfrutase; y vaya si lo hice: conversaciones sin interrupciones con la familia de mi cuñado, con mis hermanas, comer sin estar pendiente de Mini Yo, tomar una copa tranquilamente en el jardín...aunque de vez en cuando miraba por las ventanas para ver si Mini Yo estaba pasándolo bien, y sí, era una más. Al finalizar el día, Mini Yo estaba agotada pero feliz por lo bien que lo había pasado y lo mucho que había disfrutado.
Nota: Pongo una foto de lo guapas que estábamos las dos (no tengo abuela).
Estupendo!
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