No os voy a engañar, no ha sido fácil, al contrario ha sido duro, más bien yo diría que durisimo y me ha llevado mucho, mucho tiempo; y he tenido mis momentos de bajón (os lo contaré en otro post), y lo ves todo negro, negrísimo y sientes que no estas preparada, que no vas a ser capaz de luchar, que no eres tan fuerte, que no vas a disfrutar con Mini Yo de un montón de cosas...y que Mini Yo nunca vivirá determinadas experiencias...Y te sientes engañada, traicionada, y frustrada porque hasta ese diagnóstico me habían dicho que Mini Yo tenia una debilidad muscular pero con trabajo y con el tiempo se recuperaria y seria una niña como las demas. Y a partir de ese momento todas tus esperanzas se hunden, y por mi cabeza pasaron todas las cosas buenas de las que he disfrutado de niña, de adolescente y de mayor, y que Mini Yo no va a poder disfrutar.
Al principio, cuando recibes la mala noticia, no te lo crees, y te dices: "esto no está pasando", lloras, lloras y lloras hasta que sientes que no te quedan mas lágrimas, juras y perjuras en hebreo y en arameo, no duermes bien o te despiertas en mitad de la noche pensando en ello, te enfadas con el mundo, te preguntas una y otra vez porque a Mini Yo con la cantidad de niños que hay... Repasas mentalmente una y otra vez todo el embarazo: lo que comiste, lo que hiciste...y piensas porque ocurrió, una y otra vez y no encuentras consuelo ni respuestas; y buscas en internet información y no encuentras casi nada porque es un Síndrome Raro, y hace que te desesperes más.
Y cada uno se busca la manera de afrontarlo y superarlo, poco a poco, lentamente; cada uno tiene su ritmo y su manera; a mi me ayudo verbalizarlo y hablar de ello con cualquier persona que preguntase algo, poco a poco a fuerza de oírme contar sus progresos, sus logros deje de pensar en ello, y sobre todo deje de pensar en ello con tristeza y con pena; porque Mini Yo progresa, lentamente y despacio pero lo hace; porque Mini Yo es bastante autónoma, pero sobre todo porque Mini Yo es feliz, muy feliz; y en definitiva lo que todos los padres queremos es que nuestros hijos sean felices.
Así que un día, de repente, dejas de estar enfadada con el mundo, duermes toda la noche del tirón, los momentos bajón ocurren mucho mas espaciados o los nos tienes, ya no te preguntas porque ocurrió porque realmente no te importa, ocurrió y punto. Y a partir de ese día, te crees lo que cuentas, ves las cosas de un modo diferente, realmente ves todo lo que ha conseguido Mini Yo y compruebo como empiezo a disfrutar haciendo cosas con Mini Yo, pero sobre todo veo lo feliz que es Mini Yo y siento que estoy sonriendo como una tonta, y me siento feliz por ello.
Tengo que deciros, que nunca he estado ni me he sentido sola, siempre me ha arropado mi familia (mi maravillosa y estupenda familia: mis padres (Javier y Piti), mis hermanas (Berta y Bea) y mis cuñadines (Tito y Ramon)), amigos, los terapeutas de Mini Yo (otro post), los médicos de Madrid (otro post), los profesores del Colegio Castroverde, y muchas personas anónimas...que han estado ahí para apoyarme, animarme, y que siguiera adelante, que han sido mis paños de lágrimas o mis confesores, cuando ya no podía más.
Pero también tuve muy claro desde el principio que tenía que ponerme las pilas, que había que seguir trabajando con Mini Yo, y sobre todo que Mini Yo nunca me vería llorar, ni triste, ni de bajón; su mami estaría alegre, contenta, animándola a continuar, a volver a intentarlo, celebrando sus logros y hablando orgullosamente de ellos con todo el mundo.
Y aunque sinceramente creo que no se supera del todo (pues todos queremos lo mejor para nuestros hijos), si se aprende a vivir feliz con ello, te reilusionas de nuevo pensando en nuevos retos a superar, en nuevas metas a conseguir (siempre dentro de sus posibilidades); y descubres que has aprendido un montón de cosas, que tienes otras perspectivas; y sobre todo, se aprende a que hay muchas maneras de ser feliz en la vida, se trata solamente de encontrar la tuya y yo ya la he encontrado hace bastante tiempo: que Mini Yo sea feliz.
Y cada uno se busca la manera de afrontarlo y superarlo, poco a poco, lentamente; cada uno tiene su ritmo y su manera; a mi me ayudo verbalizarlo y hablar de ello con cualquier persona que preguntase algo, poco a poco a fuerza de oírme contar sus progresos, sus logros deje de pensar en ello, y sobre todo deje de pensar en ello con tristeza y con pena; porque Mini Yo progresa, lentamente y despacio pero lo hace; porque Mini Yo es bastante autónoma, pero sobre todo porque Mini Yo es feliz, muy feliz; y en definitiva lo que todos los padres queremos es que nuestros hijos sean felices.
Así que un día, de repente, dejas de estar enfadada con el mundo, duermes toda la noche del tirón, los momentos bajón ocurren mucho mas espaciados o los nos tienes, ya no te preguntas porque ocurrió porque realmente no te importa, ocurrió y punto. Y a partir de ese día, te crees lo que cuentas, ves las cosas de un modo diferente, realmente ves todo lo que ha conseguido Mini Yo y compruebo como empiezo a disfrutar haciendo cosas con Mini Yo, pero sobre todo veo lo feliz que es Mini Yo y siento que estoy sonriendo como una tonta, y me siento feliz por ello.
Tengo que deciros, que nunca he estado ni me he sentido sola, siempre me ha arropado mi familia (mi maravillosa y estupenda familia: mis padres (Javier y Piti), mis hermanas (Berta y Bea) y mis cuñadines (Tito y Ramon)), amigos, los terapeutas de Mini Yo (otro post), los médicos de Madrid (otro post), los profesores del Colegio Castroverde, y muchas personas anónimas...que han estado ahí para apoyarme, animarme, y que siguiera adelante, que han sido mis paños de lágrimas o mis confesores, cuando ya no podía más.
Pero también tuve muy claro desde el principio que tenía que ponerme las pilas, que había que seguir trabajando con Mini Yo, y sobre todo que Mini Yo nunca me vería llorar, ni triste, ni de bajón; su mami estaría alegre, contenta, animándola a continuar, a volver a intentarlo, celebrando sus logros y hablando orgullosamente de ellos con todo el mundo.
Y aunque sinceramente creo que no se supera del todo (pues todos queremos lo mejor para nuestros hijos), si se aprende a vivir feliz con ello, te reilusionas de nuevo pensando en nuevos retos a superar, en nuevas metas a conseguir (siempre dentro de sus posibilidades); y descubres que has aprendido un montón de cosas, que tienes otras perspectivas; y sobre todo, se aprende a que hay muchas maneras de ser feliz en la vida, se trata solamente de encontrar la tuya y yo ya la he encontrado hace bastante tiempo: que Mini Yo sea feliz.
Lo cierto es que ha sido un proceso muy largo, muy duro, pero creo que con muy buenos resultados; al presente me remito para constatar la felicidad de miniyo y la tuya Sara, como madre de María. Creo haber estado presente en algunos de esos momentos y me gustaría decirte que para mí ha sido un lujo haberlos compartido con vosotras. Hace mucho que te ganaste mi respeto como madre, mi amistad y cariño ya los tenías de antes.
ResponderEliminarMoitos biquiños para las dos.