11 de febrero de 2018

Actitud


Este post es un homenaje a mi padre, ya sé que la mayoría de los homenajes se hacen cuando las personas fallecen y creo que deben hacer mientras viven para que quien lo recibe sepa el cariño y el amor que se le tiene; así que papá, espero que al leerlo esboces una sonrisa y sientas lo mucho que te admiro, respeto y quiero.
No sé si lo que cuento ocurrió tal cual lo narro pero así lo viví.

Con este relato he participado en el concurso: #historias de superación

La verdad es que no recuerdo el día en que a mi padre le salió un bulto del tamaño de una pelota de tenis en el antebrazo, y lo primero que pensamos es que era un bulto de grasa y que con una simple operación el problema estaba solucionado. Pero nada más lejos de la realidad porque el bulto tenia vida propia: si, se activaba según las estaciones del año desprendiendo frio o calor, era como un pequeño "alien". Así que tras numerosas pruebas mi padre nos dice que tiene un sarcoma, un cáncer raro, el día que nos lo dijo no se me olvidará nunca,  el 7 de agosto de 2001, porque era mi cumpleaños y tenía preparada una cena familiar, yo pensaba que tras la noticia lo que menos le apetecía era celebrar nada pero él dijo que teníamos celebrar todos los acontecimientos importantes porque nunca se sabía cuál iba a ser nuestro ultimo día. Recuerdo que antes de cenar mientras hablábamos del sarcoma nos dice que es un cáncer que se desarrolla en una de cada cien mil personas y que al día siguiente podía ser millonario porque al salir del hospital había comprado un cupón de la ONCE ya que igual que le había tocado un cáncer le podía tocar el cupón pues las probabilidades eran las mismas; en este sentido la suerte no llamo a su puerta. 
A lo largo de los siguientes meses la mayor preocupación de mi padre era que el "alien" se estuviera quietecito pues en el momento que se pusiera en activo la única opción de pararlo era amputarle el brazo y su mayor ilusión era poder llevar a mi hermana pequeña al altar con los dos brazos en junio del año siguiente; y ahí tuvo suerte porque el "alien" respeto su deseo y estuvo tranquilo hasta el año 2004 en que decidió explorar el cuerpo de mi padre y ahí sí que hubo que pararle los pies de la única manera que en aquel momento se podía hacer: amputando el brazo porque no se podía radiar ni dar quimioterapia por el lugar de ubicación del "alien".
Cuando perdió el brazo, una de las cosas que más le preocupaba es como iba a afectarle a mi hija, y no le afectó porque era un bebe muy listo, que se agarraba con sus dos manitas a su cuello para que su abuelo le cogiera con el otro brazo; y cuando posteriormente llegaron mis sobrinos hicieron lo mismo. Mi padre les explico a sus nietos que el brazo se lo había comido un cocodrilo cuando estuvo en África (imaginación no le falta) al igual que el del capitán Garfio, solo que él no tiene garfio porque da mucho miedo. Y tampoco lleva prótesis porque en su momento "el brazo postizo" era horroroso y no le servía para nada además de bastante incómodo de colocar, así que pasó de llevarlo.
Pero a pesar de faltarle un brazo es un hombre autónomo, que hace vida normal, que conduce, sí le encanta conducir cómo decía el anuncio y se compró un coche adaptado. Incluso es coqueto, pues esa manga de la camisa (la que no tiene brazo) hay que colocársela en el pantalón (para que parezca que lleva la mano metida en el bolsillo) al igual que las mangas de los chaquetones que siempre están metidas en los bolsillos, y así lo disimula; y es o no coquetería?.
Mi padre nunca perdió ni la risa ni la sonrisa e incluso bromeaba con las enfermeras durante su convalecencia y siempre nos ha enseñado que las cosas, hechos o situaciones que se presentan a lo largo de la vida dependen de la actitud que tú tengas ante ellas.

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